No voy a escribir (por ahora) sobre cómo es que pasé de cranear un blog sobre la Epistemología de las Cs sociales a relatarles mi primer día de práctica de enfermería, sólo voy a decir que venía pensando la idea de estudiar enfermería desde el 2014, y en el 2015 me debatía entre mudarme a Chubut o empezar la carrera, y la verdad que aparte de "arrugar" aposté por un entorno familiar que se desmoronó ni bien tomé la decisión, porque en mi vida, si algo puede salir o bien o mal, sale mal, naturalmente.
Me inscribí en Febrero e hice toda una serie de análisis de salud que debía presentar y el 25 de Marzo del 2015 me convertí oficialmente en estudiante de Enfermería del Instituto Padre Luis Tezza.
Un mes después, el 29 de Abril, así sin anestesia, sin gabinete, sin mucha preparación, comenzaba mi primera práctica profesionalizante. Casi no hay instituciones que comiencen tan rápido el campo práctico y en algunos casos no lo hacen hasta entrado el segundo semestre.
Me había tocado el Hospital Naval (si, una carcajada del universo en mi cara, por ideología y por ubicación) en el servicio Clínica Médica, y con un grupo de compañeros (los más populares) con el que no había intercambiado ni dos palabras. Lo bueno era rotar en el hospital, ya que la otra opción era ir a un Cesac (el equivalente a las salitas de provincia), yo pensaba que si "esto" no era lo mío mejor darme cuenta rápido, me tocó además con la profe más buena (las otras eran recibidas de hospitales militares y eso se notaba mucho en el trato con el alumno).
El look constaba de un uniforme horrible que aparte de esos zuecos amorfos, incluía cuello mao, pelo bien recogido, uñas despintadas, sin maquillaje. No estuvo tan mal, a los varones les tocó corte de pelo y mucho pero mucho gel.
Tenía mi uniforme, mi libreta, mis tijeras, mi alcohol en gel, mi tupper cuya tapa hacía de bandeja, mi tensiómetro y termómetro, y fundamentalmente tenía cagazo, cagazo negado bajo promesas de que todo saldría bien e iríamos muyyyy lento según los profesores.
El primer día sólo fue una recorrida por la Institución y por el servicio. El Hospital Naval es metafórica y literalmente un barco, enorme, con muchos pisos, grandes distancias de un extremo a otro, con una buena infraestructura, bien provisto de recursos materiales y humanos, es un lugar en el que se trabaja mucho.
El segundo día, comenzó temprano, a las 7:30 hs y no fue nada de lo que esperaba (YO), nos agruparon en parejas y nos asignaron ocho pacientes y 123 a tomar los signos vitales! Fue mucho para mi compañero y para mi, no llegamos a realizar el control de signos vitales a tiempo. Recuerdo que el estado de salud de los pacientes era muy deteriorado, tanto que temíamos lastimarlos al tocarlos, hoy, habiendo acumulado más experiencias, todavía no me tocó una seguidilla de pacientes como èsos. Toda nuestra lentitud e inseguridad, contrastaba con la alegría y la destreza del resto de los compañeros. La mayoría de nuestros pacientes eran terminales y no estaban conscientes. Qué vimos ese primer día? pacientes mayores, oncológicos, caquécticos, acv, pie diabético, amputaciones y una impresionante escara sacra de cuarto grado
Fue raro enfrentarse con la enfermedad y todo lo que eso implica: el ambiente, los olores, los estados de ánimos, el paciente, la familia, el cuerpo humano y el cuerpo humano en decadencia, la soledad, la resignación y la esperanza.
Me inscribí en Febrero e hice toda una serie de análisis de salud que debía presentar y el 25 de Marzo del 2015 me convertí oficialmente en estudiante de Enfermería del Instituto Padre Luis Tezza.
Un mes después, el 29 de Abril, así sin anestesia, sin gabinete, sin mucha preparación, comenzaba mi primera práctica profesionalizante. Casi no hay instituciones que comiencen tan rápido el campo práctico y en algunos casos no lo hacen hasta entrado el segundo semestre.
Me había tocado el Hospital Naval (si, una carcajada del universo en mi cara, por ideología y por ubicación) en el servicio Clínica Médica, y con un grupo de compañeros (los más populares) con el que no había intercambiado ni dos palabras. Lo bueno era rotar en el hospital, ya que la otra opción era ir a un Cesac (el equivalente a las salitas de provincia), yo pensaba que si "esto" no era lo mío mejor darme cuenta rápido, me tocó además con la profe más buena (las otras eran recibidas de hospitales militares y eso se notaba mucho en el trato con el alumno).
El look constaba de un uniforme horrible que aparte de esos zuecos amorfos, incluía cuello mao, pelo bien recogido, uñas despintadas, sin maquillaje. No estuvo tan mal, a los varones les tocó corte de pelo y mucho pero mucho gel.
Tenía mi uniforme, mi libreta, mis tijeras, mi alcohol en gel, mi tupper cuya tapa hacía de bandeja, mi tensiómetro y termómetro, y fundamentalmente tenía cagazo, cagazo negado bajo promesas de que todo saldría bien e iríamos muyyyy lento según los profesores.
El primer día sólo fue una recorrida por la Institución y por el servicio. El Hospital Naval es metafórica y literalmente un barco, enorme, con muchos pisos, grandes distancias de un extremo a otro, con una buena infraestructura, bien provisto de recursos materiales y humanos, es un lugar en el que se trabaja mucho.
El segundo día, comenzó temprano, a las 7:30 hs y no fue nada de lo que esperaba (YO), nos agruparon en parejas y nos asignaron ocho pacientes y 123 a tomar los signos vitales! Fue mucho para mi compañero y para mi, no llegamos a realizar el control de signos vitales a tiempo. Recuerdo que el estado de salud de los pacientes era muy deteriorado, tanto que temíamos lastimarlos al tocarlos, hoy, habiendo acumulado más experiencias, todavía no me tocó una seguidilla de pacientes como èsos. Toda nuestra lentitud e inseguridad, contrastaba con la alegría y la destreza del resto de los compañeros. La mayoría de nuestros pacientes eran terminales y no estaban conscientes. Qué vimos ese primer día? pacientes mayores, oncológicos, caquécticos, acv, pie diabético, amputaciones y una impresionante escara sacra de cuarto grado
Fue raro enfrentarse con la enfermedad y todo lo que eso implica: el ambiente, los olores, los estados de ánimos, el paciente, la familia, el cuerpo humano y el cuerpo humano en decadencia, la soledad, la resignación y la esperanza.
Aunque suene obvio, no hay libro ni técnica que te enseñe a tratar con una persona enferma, eso te lo da el tiempo y es necesario no impacientarse y tirar la toalla al primer inconveniente.
Quizás pensamos y sentimos mucho, por eso, cuando nos llamaron para desayunar nuestras caras eran otras, reflejo de todo lo movilizados que estábamos internamente.
Pero el día no terminaba aún, al regresar del desayuno, era el turno de realizar las higienes CHAN! por suerte nunca se nos despegó de encima la enfermera que nos había tocado, porque èramos una especie de aparatos de la enfermería, duros, lentos y según la enfermera "con cara de asustados"
Cómo decirlo... en lo particular nunca había pisado, ni yo ni mi familia, un centro de salud más allá de un consultorio externo o de la guardia, y si bien obviamente uno sabe que durante la enfermedad el cuerpo experimenta cambios, ese día esa idea cobró imagen, muchos de esos cambios eran propios de la patología cursada, pero mucho otros (y esto fue quizás lo más impactante) eran producto de un estado de abandono y de descuido de muchos años. Y uno con la desnudez del otro, no la desnudez recíproca, consensuada, sino la unilateral y vulnerable, con esa desnudez, uno mismo se siente también un poco desnudo y tímido, y eso seguramente lo experimentamos todos los novatos alguna vez pero con el tiempo nos acostumbramos
Pero el día no terminaba aún, al regresar del desayuno, era el turno de realizar las higienes CHAN! por suerte nunca se nos despegó de encima la enfermera que nos había tocado, porque èramos una especie de aparatos de la enfermería, duros, lentos y según la enfermera "con cara de asustados"
Cómo decirlo... en lo particular nunca había pisado, ni yo ni mi familia, un centro de salud más allá de un consultorio externo o de la guardia, y si bien obviamente uno sabe que durante la enfermedad el cuerpo experimenta cambios, ese día esa idea cobró imagen, muchos de esos cambios eran propios de la patología cursada, pero mucho otros (y esto fue quizás lo más impactante) eran producto de un estado de abandono y de descuido de muchos años. Y uno con la desnudez del otro, no la desnudez recíproca, consensuada, sino la unilateral y vulnerable, con esa desnudez, uno mismo se siente también un poco desnudo y tímido, y eso seguramente lo experimentamos todos los novatos alguna vez pero con el tiempo nos acostumbramos
Estábamos en una habitación ayudando, cuando la llaman a Laura, nuestra enfermera, para avisarle que una de sus pacientes había fallecido. Era una señora a la que nos había costado tomarle el pulso y la TA, con razón... Si bien su pronóstico era malo desde hacía tiempo, ella resistía y su hija iba a verla todos los días. Lo que más nos chocó, no fue tocar un cadáver, prepararlo y meterlo en una bolsa negra (esa fue la última actividad con la que cerramos la jornada), casi no tuvimos tiempo de relacionarnos con ella, lo que nos conmovió fue el ver cómo una persona puede perder a un ser querido en un segundo, como se apaga la vida, y claro, cada uno por su lado proyectándose a sí mismo con problemas de salud en nuestras familias. Así que salimos al pasillo, aún con el barbijo puesto, procesando lo que acababa de pasar. A mi se me cayeron unas lágrimas, y mi compañero estaba emocionado.
Escuchamos de todo: la profesora nos decía que ella se hubiese preocupado más si no nos pasaba nada ante esta situación, otros nos decían que no abandonemos la carrera (?) y en el vestuario algunas compañeras, sin saber que estaba escuchando, hablaban sobre lo fuerte que requería ser esta carrera y sobre la necesidad de controlar estos casos y no involucrarse mucho "para que no te haga mal".
En realidad a nadie se le dió por pensar que uno siente, experimenta y expresa de formas distintas y todos trataban de mostrarse seguros y superados equiparando lágrima y emoción con debilidad.
Y así terminé el día, disconforme con mi desempeño, reflexiva, filosofando esta experiencia, sabiendo que si bien era muy temprano para afirmarlo, y contra todos los pronósticos de los allí presentes, esto "podría ser lo mío". Vendrían luego, e irónicamente, más llantos (no míos) abandonos reales y verdadera debilidad, pude superar muchas cosas, y de ahí en más, todos los días de mis prácticas aprendí algo nuevo.
Tenía razon tu profe. Si no demuestran alguna emoción en un primer día con lo que vivieron es para preocuparse. Besos, E.
ResponderEliminarun texto y un razonamiento para sacarse el sombrero...
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