lunes, 26 de julio de 2021

Por más ojos que se miren

 Tengo la certeza de que al amor uno lo encuentra simplemente siendo y no buscándolo. Se también que es verdad que para encontrarlo uno tiene que estar predispuesto a hacerlo. Algunas cosas pude descubrirlas en terapia, como por ejemplo que casi siempre no existe tal predisposición en mi, y que si eso es parte de mi deseo no está mal. Pero sobre todo, y aquí el dilema, que amar (y confiar) al principio es básicamente otorgarle un cheque en blanco al otro. 

Formamos parte de una era donde nos comunicamos y vinculamos de una manera particular: la tecnología y su portabilidad, internet y todo el producto audiovisual en el que uno se convierte aún en contra de su voluntad: yo soy lo que muestro. Y la comodidad de la distancia: no sólo física, la distancia con la que uno "marca" presencia likeando publicaciones, o subiendo stories para mostrar que uno está ahí, vivo, las cadenas y memes que reenvias: todo menos un café, una cerveza o a veces todo menos preguntar ¿cómo estás?

Hace diez años, cuando internet no era lo que es hoy y Facebook recién empezaba a ser novedad, decidí, más por insistencia de amigas que por gusto propio, entrar a una página para conocer gente, no recuerdo cual era, se que no existe hoy. Me generó tanta aversión que opté por poner una foto natural donde sólo se veía mi cara, pero completé mi descripción poniendo las cosas que no me gustaban de mi: creo recordar haber puesto algo sobre mi 1,50m; sobre mi sobrepeso estético, sobre la cicatriz en mi abdomen que en ese momento me acomplejaba y otras cosas que eran un gran cartel de Neón que decía: frágil, no romper.

Me escribieron muchos chicos/hombres y en ese momento me abrumó y tardé un par de días en abrir los mensajes. Alguien se había presentado como una persona normal , si yo no aparentaba, ellos tampoco y eso aliviaba. No respondí a todos, uno que no entendió nada me puso que quería conocer mi cicatriz. O quizás la que no había entendido nada era yo. Duré una semana en esa página, me sentí en una vidriera y un producto peso a mi esfuerzo por no serlo. Casi no respondí ningún mensaje, y los pocos que respondí fueron con una respuesta vaga. Pero me acuerdo, que antes de cerrar la cuenta hablé con un chico, creo que habrá querido hacer lo mismo que hice yo porque su extenso mail me repitió unas cuatro veces que él no tenía mucha experiencia en noviazgos, y (sabiendo que estudiaba ciencia política) que él no apoyaba ni a uno ni al otro: todo lo que tiene que decir para dejar de llamar la atención de alguien que estudia cs sociales. Pero después hizo lo peor que podes hacer, al menos conmigo: apurarme, fue una pregunta tipo ¿ bueno que hacemos, seguimos? No, claro que no, pero aparte me dio pena, no solo le decía que no a él sino a todo ese intento de conocer a alguien de esa forma, siguió  un discurso de su parte acerca de lo difícil  que es para un chico ser el que toma la iniciativa. Le dejé mi mail, y le dije que me escriba cuando quiera, una persona tan torpe tenía que ser mi amigo, me dio a entender que no me iba a escribir y que lo que sacaba de positivo era que había hablado con una persona porque en estas páginas era común que te responda un bot.

Se lo que es Tinder porque me lo contaron:  Match, ghosteo, uno consume al otro, el otro va a satisfacer una necesidad, al otro le voy a mostrar lo mejor de mi, del otro voy a pretender lo más íntimo pero a la vez sin compromiso y si puedo para que entiendas mi urgencia voy a publicar en mi perfil una serie de tips para que sepas lo que busco o no busco. Hay una forma de evitar esto? Tamara Tenenmabaum propone mirar muchos ojos, muchos eh! y ojos de todo tipo de vínculos, es la  única forma de no cosificar, de saber que le gusta o no al otro, que lo entusiasma. Y no  menor detalle, el otro también soy yo.

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