lunes, 4 de octubre de 2021

No me alcanza

 La forma en que nos relacionamos con la tecnología y las redes sociales es una cuestión de generación, pero ¿es absoluto y estático la generación a la que pertenecemos? cronológicamente sí pero también es una decisión. Veo a mi madre de 70 años tomar lo que quiere de las redes, lo que le sirve y descartar el resto: usa whatsapp y youtube sí, facebook e instagram descartados por parecerles un sinsentido "borramelas no tengo ganas de leer los problemas existenciales de los demás" me dijo. Con el celular en general se maneja fantástico: si quiere te responde en 15 días, si lo silencia y no escucha la llamada cuando la ve si tiene ganas te la devuelve. Cero nivel de ansiedad. Me gusta ver su hora de última conexión, ni por casualidad su día arranca revisando su celular. Tengo un amigo mexicano que resistió hasta hace poco al celular: cuando viene a Buenos Aires lo llamo donde se hospeda y acordamos lugar y hora y que Dios nos ayude a encontrarnos. Pero también hay gente grande que se suma a la histeria postmoderna. Ser Millennial es ser un emo, un pie a cada lado, nos barre esta oleada, pero aún volteamos atrás. 

En algunos caso tomo partido: no  hay otra opción para el teclado de  la computadora/celular, ver lo que escribo en una pantalla aclara mi mente, corrijo infinitamente y me siento liviana, en cambio en papel sufro, me vuelvo lenta y puedo sumar decenas de páginas tachadas: ahora recuerdo a otro amigo que es  team papel y escribió el borrador de su tesis de maestría a mano. Tengo una olivetti para hacer pinta. Me encanta leer a esos insomnes que actualizan las entradas de blogger a la madrugada. También prefiero mil veces el pizarrón de acrílico y el fibrón a la tiza por los mismos motivos.

Hace quince años atrás cuando comenzaba internet y Facebook aún no lo había arruinado todo, conocí a un grupo de personas de distintas edades (más grandes que yo) en un sitio que hoy ya no existe. Supongo que a nuestra manera estábamos solos o mejor dicho nos sentíamos solos, o había algo que no nos alcanzaba: a esa edad no era suficiente mis amigas y compañeros de la facultad ni para ellos tampoco su entorno. Por eso elegíamos hacernos parte del día a día. Como ya eran parte de mi vida yo los nombraba en cualquier charla y me miraban raro, grandes y gente de mi edad preguntaban ¿por qué conoces gente de esa forma? ¿por qué no salís con tus amigas? ¿y si te mienten? ¿y si te pasa algo? No pasó nada de eso, quince años después sigo en contacto con varios de ellos, conocí a otros tantos y nos reunimos muchas veces a hablar de arte, literatura y política: un médico, una estudiante de letras, uno de arquitectura, una de comunicación, un programador y una profesora de plástica: ¿nos sentíamos solos? 

Creo, con los años que hay un tipo puntual de soledad que uno la siente y no la puede compartir con sus amigos. TIEMPO, uno siente que le roba al otro tiempo y que lo único que se comparte son momentos lindos o novedades a modo de telegrama porque uno no le puede robar al otro su tiempo, porque cuando nos volvemos adultos, cada uno con su propia ruedita de hámster. Visito a una amiga hace poco y me cuenta que le está dedicando mucho tiempo a su hobby y que "conoció a un grupo de gente igual de aficionada a la que esta actividad la ayudó con sus ataques de ansiedad, tenemos un grupo de whatsapp y el mes que viene voy a conocer en persona a una chica, con el resto nos mandamos mensajes apoyándonos" lo díce tímida porque otrora era yo la rara, pongo todo de mi para no analizarla en el momento. A mi amiga también hay algo de mi que no le alcanza pienso cuando llego a casa.

Ser adulto es replantearte las cosas y la verdad es que ahora tampoco me alcanza, pero al revés. Tengo este blog desde el 2008, voy a discutirle a muerte a mi psicóloga que yo necesito escribir y no solo hablar: pero no quiero regalar mis pensamientos a cualquier red social. Mucha conexión para estar verdaderamente alejados: mucho mensajito, audios cortos, stickers  que reemplazan a una charla cara a cara y ni si quiera a eso, a una charla voz a voz porque me doy cuenta que me da pánico atender una llamada improvisada o de un número no agendado. Mucha foto en pose: entrenando, estudiando, pareciendo casual, muchos recuerdos de viajes que sólo quedan en soporte digital. No me alcanza: no quiero pensar/sentir algo y publicarlo en twitter/facebook, no quiero ser ocurrente, no quiero ser breve ni graciosa, no quiero tener una opinión para todo, cierro ambas redes sociales porque yo solo veo gente sola, gente queriendo aparentar; ironía, inteligencia, expertos en todo. Cierro y me doy cuenta que otras cosas necesarias para vida están loggeadas con facebook por comodidad y se reabre al entrar : nota mental no inicies sesión en otras aplicaciones útiles con facebook y tomate el tiempo de crear la cuenta con el mail. Quiero estar una una unidad básica peleándome a los gritos, quiero abrazar y reirme, o pasar toda mi tarde escuchando tus problemas o escuchando lo que sea que quieras compartir y saber que si no podemos vernos voy a escuchar tu audio de 11 minutos porque vas a saber que a mi la gente que quiero no me roba tiempo y entonces yo te voy a decir "no mandes más audios, ya te llamo"

Quiero y necesito un límite. Si saco el formateo que las redes sociales  dieron a mi forma de comunicarme me doy cuenta que lo que queda no me gusta. Quiero volver un paso más acá. 

Hoy se derrumbaron las tres redes sociales que pertenece a un mismo señor a quien hacemos millonario abriéndole la puerta de nuestras vidas, dándole si a todos los permisos que solicita sin preguntarnos si quiera que implica. Extraño el mensaje de todos los lunes de amiga preguntándome como estuvo mi finde: "bajate telegram"  le mando por sms, y ella, como corresponde, me llama por teléfono y tenemos una charla voz a voz, al la vieja usanza.


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