viernes, 9 de febrero de 2018

Catarsis

Siempre tuve la necesidad de escribir sobre lo que me pasa,  ya adulta y con terapia, aprendí que también es importante hablar las cosas. Soy, sin embargo, en este aspecto de expresar todo lo que tengo bastante moderna: me encantan las plataformas virtuales de las redes sociales, ah, y en cuanto a pizarrón soy del equipo de pizarra de acrílico y fibrón, lo cuento porque tengo  amigos que aún en una empresa tan grande como escribir una tesis eligen la lápiz y el  papel.  Por otro lado,  si bien que escribir en una red social es abrir un poco la intimidad de uno, siento que ahí tras la pantalla puede haber alguna que otra persona leyendo, pero nunca algo masivo, pero si doy la oportunidad a gente que conozco que me lea,  me enoja mucho que confronte lo que siento, me molesta  cruzarme gente que me diga "si, vi que escribiste eso!" o peor "¿ por qué escribiste eso?" o como me dijeron hace poco "estas quedando como una loca!"
Yo soy esto, escribir intempestivamente lo que siento, si te odio, si te amo o si estoy contenta porque llueve o comí pastas. Pero tampoco soy sólo eso.
Nada me parece más patético que tener redes sociales para leer a los demás y criticar, para mostrar con orgullo "yo no hago catarsis virtual, yo no me expongo" pero estar atento al otro.
Valoro mucho al lector anónimo, al que comenta y al que no, al que no juzga, porque cuando uno  no se siente cómodo con algo, no lo lee.
No me leas si te molesta lo que escribo, es tan simple como eso. Por eso hice privado este blog, por bronca, si te doy la oportunidad de leerme, te doy la oportunidad de leer mi catarsis, devolveme la gentileza, al menos con silencio.

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