viernes, 19 de enero de 2018

Gotán

Hacía tiempo que se medían, se gustaban y esquivaban. Ella  decidió agradecerle y clausurar toda posibilidad de que algo ocurra regalándole un libro, porque no hay mejor manera de calar en la memoria del otro.
Pasado unos meses, en un Enero caluroso y rutinario, recibe un mensaje que decía: "No se me ocurre cómo puede gustarme tanto un libro" , ella, con habilidad futbolística que sabe  poseer,  le recomendó otro y así de despidieron, acordando un trago que sabían bien que nunca tomarían.

Él, que a esta altura sabía que sólo podía hacer hablar a la Literatura, puso en su estado de Whatsaap: "Esa mujer se parecía a la palabra nunca"
Ella lo buscó en internet y se encontró con esto:

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté,
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.


Juan Gelman

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